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Badajoz y sus comarcas 

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Tierra de Badajoz ocupa la parte noroccidental de la provincia pacense, proyectando hacia el norte una buena porción territorial que incursiona en la provincia de Cáceres y otra hacia el sur, que hace lo propio en las comarcas de Llanos de Olivenza y Tierra de Barros, mientras que el borde occidental marca la frontera portuguesa y el oriental, menos definido, las Tierras de Mérida-Vegas Bajas.

Esta comarca está compuesta por nueve municipios: Alburquerque, La Albuera, Badajoz, La Codosera, Pueblonuevo del Guadiana, San Vicente de Alcántara, Talavera la Real, Valdelacalzada y Villar del Rey. Sin embargo, las poblaciones sobrepasan la veintena. Sin ir más lejos, de Badajoz dependen administrativamente una entidad local menor (Guadiana) y ocho poblados o pedanías (Alcazaba, Alvarado, Balboa, Gévora, Novelda, Sagrajas, Vadelbótoa y Villafranco). También La Codosera cuenta con media docena de pequeños caseríos diseminados a lo largo de la frontera, algunos tan singulares como El Marco, Bacoco o La Rabaza.

A nivel paisajístico, en Tierra de Badajoz se contemplan tres grandes espacios muy definidos: en la zona norte, la Sierra de San Pedro, con parajes de una belleza extraordinaria; en la parte sur, la fértil vega del Guadiana; y entre una y otra, una extensa llanura, con pequeñas ondulaciones, ocupada fundamentalmente por dehesas de encinas. En cuanto al panorama histórico-artístico, la comarca brilla con luz propia en el conjunto provincial y aún regional y nacional: dólmenes, pinturas rupestres, poblados protohistóricos, castillos musulmanes y luego cristianos, una impresionante alcazaba, palacios, casas blasonadas, arquitectura popular, iglesias, ermitas...

La Albuera

Se sitúa sobre la carretera a Sevilla, en el ámbito de Badajoz, ocupando un pequeño cerro a la orilla del arroyo Chicapierna, sobre el que perduran los restos de un viejo puente medieval. De pequeña entidad, su carácter fue siempre estrictamente campesino.

La población sufrió numerosos arrasamientos a lo largo del tiempo, el último con motivo de la batalla librada en sus cercanías el 16 de Mayo de 1811 durante la Guerra de la Independencia, y por la cual la localidad quedó destruida por completo. Para estimular su reconstrucción y repoblación Fernando VII eximió a la villa de tributos y quintas durante diez años, otorgándole, además otros privilegios

Iglesia Parroquial Ntra. Sra. del Camino: Fue a finales del S. XV cuando se construyó la Iglesia Parroquial, con claro estilo gótico y se finalizaba en el S. XVII bajo una estilística barroca.

del Camino

Monumento al General Castaños:

Erigido por disposición de las Cortes de Cádiz para conmemorar la victoria sobre el ejército francés, el monumento se encuentra situado en la plaza del pueblo, a corta distancia de la fachada principal de la Iglesia Parroquial por el costado del Evangelio.

castaños

Puente Nuevo:

Situado en el itinerario de la carretera de Badajoz a Sevilla, en la ruta hacia Zafra, construído en el S. XVIII, con 6 ojos.

Puente Viejo:

Construído a finales del S. XVI, actualmente reconstruído pero ha sufrido bastantes destrucciones en todas las batallas que se han dado en el poblamiento.

Monolito:

Monolito en el lugar de la batalla. Donde los aliados instalaron el grueso de su artillería, conocido desde entonces como "Las Baterías", se alza este pequeño cipo con el que el ejército español rindió tributo de admiración a los que combatieron en el campo de batalla. Fue construído en 1.978.

Murales:

Construídos en 1.991 en la entrada y salida del pueblo en conmemoración de la Batalla de La Albuera. Construídos en mampostería y con azulejos pintados a mano. En ellos se pueden observar cuatro soldados con los uniformes propios de la época y un poema escrito por Lord Byron dedicado a la Albuera, en cuatro idiomas.

Mural de la Batalla:

Expuesto en el Mirador de la Batalla, fue construído en 1.997 de mampostería y azulejos pintado a mano; con motivo del 186 aniversario de la Batalla de La Albuera contra el ejército napoleónico.

La Roca de la Sierra

Se enclava entre Puebla de Obando y Badajoz, ocupando una hondonada en un dominio de sierras. La localidad extiende su caserío en un llano rodeado de sierrillas de escasa altitud que marcan la transición entre la sierra de San Pedro y las vegas del río Guadiana.

Antiguamente se llamó Aldea de Manzanete, o Puebla de Manzanete, perteneciendo a Badajoz.

Los restos de monumentos megalíticos que aún se conservan en su término municipal -se han localizado dólmenes en la Dehesa de la Muela, la Dehesa Luriana y en las proximidades del núcleo urbano- están testimoniando actividad humana en la zona desde época prehistórica. Tales construcciones forman parte de un apéndice meridional de la gran concentración dolménica en Valencia de Alcántara -Cáceres-.

Urbanísticamente el núcleo se organiza en planta sobre el antiguo itinerario de Mérida a Portugal, sobre el que se consolidó su calle principal, que por tal motivo ostenta el nombre de Portugalejo. Por la zona más elevada del pueblo discurre el Arroyo de la Troya, del que un ramal llamado Cagancha, circula entre el caserío. Para superarlo existe un puentecillo denominado "Viejo". Los ámbitos aledaños son conocidos como "Castillo Grande" y "Castillo Chico", lo que denota la existencia en ese lugar, en otro tiempo, de una fortificación.

En el aspecto monumental las realizaciones más señaladas son la iglesia parroquial y el puente medieval.

La primera, dedicada a Ntra. Sra. del Prado, se trata de recia construcción de sillería, originaria del siglo XV, con portadas góticas y somera torre renacentista.

del Prado

Al interior llama la atención la potente cubierta de crucería con plementería de piedra, reconstruida a finales del siglo XVIII, tras su desplome como consecuencia del terremoto de Lisboa en 1755. La iglesia contó con un retablo de Morales, perdido durante la Guerra de la Independencia.

El puente, obra medieval de origen romano, se sitúa, en el extremo contrario que la parroquia, sobre el antiguo camino de Badajoz a Cáceres; esto es, en posición transversal respecto al crecimiento posterior del pueblo, lo que le confiere una situación actual extraña en el conjunto del caserío.

Puente medieval

Cuenta con tres arcos de piedra y cuerpo de sillería, ofreciendo una de las panorámicas más atractivas de la localidad.

El Ayuntamiento ocupa el antiguo convento franciscano trasladado en el siglo XVI al sitio de Loriana.

El edificio hoy muy modificado, es una modesta realización de mampostería encalada, en el que aparecen el blasón de los Vera y un escudo de la Inquisición. No lejos, sobre la casa de los titulares de la Villa, Condes de la Roca, situada en la calle Portugalejo, luce el de su linaje. La pieza, de fina labra, con rico ornamento de lambrequines y flanqueada por dos figuras femeninas, constituye uno de los modelos heráldicos más hermosos de cuantos se conservan en la región.

CUEVA DEL MONJE Y CUEVA DEL MORO

Existen restos de asentamientos humanos en dólmenes existentes en la Finca de la Muela, de los que únicamente quedan la Cueva del Monje y la del Moro.

Cueva del Monje:

Se trata de un dólmen con corredor incipiente. La galería es apreciable en una longitud de tres metros. Las piedras que la forman tienen una altura de dos metros. El nombre que recibe esta cueva, viene según la tradición que vivió allí un monje ermitaño. Los viejos del pueblo dicen que existe una galería subterránea entre la cueva y el convento de Loriana, que aprovecharían los monjes para escapar por alguna causa. La cueva del Monje también llamada cueva de la moneda, por creerse que allí hubo enterrado un tesoro. Esta fue la causa de su destrucción.

Cueva del Moro:

Existen otros dólmenes pero conservados peor que el anterior, casi todos ellos destruidos por aprovecharse la piedra para la construcción. Este es el caso de la cueva del Moro, que subsiste en toda su planta salvo la falsa cúpula.

Otro resto de asentamiento humano es la CITANÍA, que se encuentra en la zona de dólmenes El arqueólogo que la investigó no quedo establecido el lugar exacto donde se encuentra, se cree que se refiere al llamado Mirador de Muela. Desde este mirador se ve la interpretación del hombre en la piedra. La Citanía responde perfectamente a un castro o fortaleza natural, aprovechado para su conveniencia más segura. Tiene fácil acceso desde la Cueva del Monje, y está cortada a pico en la transición a la llanura. Hay restos arqueológicos.

En la Finca de la Pizarrilla, existen rectos de un poblado con signos muy abundantes, escrituras anteriores a las inscripciones célticas.

Puebla de Obando

Se sitúa en el ámbito de las sierras de Loriana y el Vidrio, a mitad de camino entre Cáceres y Badajoz, sobre un dominio paisajístico montuoso de agreste belleza, dominando el puerto de El Zángano, en el límite con la Alta Extremadura.

Como monumento destacado, cabe mencionar la iglesia parroquial de San Ildefonso. Se trata de una modesta realización de mampostería encalada, originaria del siglo XVI, y actualmente muy remozada.

ildefonso

El caserío, en cuyo núcleo tradicional se conserva poco transformada la arquitectura característica de la zona, presenta estructura crucial, definida por las dos vías principales que se cruzan en la plaza central, donde se alza la iglesia parroquial. La que se prolonga por el costado del Evangelio se ha desarrollado extraordinariamente, originando un apéndice de enorme extensión que va a desembocar a la carretera de Cáceres.

En los últimos tiempos han proliferado en la localidad, sobre el borde de la carretera, diversos establecimientos hosteleros, que ya son parada obligada para muchos viajeros entre Badajoz y Cáceres, dada su estratégica situación.

Esta en marcha, la adecuación del lugar conocido como La Charca, junto a la Cañada Real, para acondicionarlo, no solo como lugar de la tradicional Romería de San Isidro, sino para su aprovechamiento turístico.

 

Talavera la Real

Se trata de una población de llano situada en la vega del Guadiana, próxima a Badajoz, sobre la carrtera N-V. Tradicionalmente constituyó un própero centro agrícola, si bien en la actualidad se está desarrolando de manera notable en el sector industrial y de servicios.

Peculiar distintiva de los talaveranos es su característica pronunciación, que, como en Alburquerque, transforma la "c" en "s".

 

Su hito más significado es la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de Gracia, que se enclava en un extremo del núcleo junto a la rivera de Limonetes.

retablo

Aunque originaria del siglo XV, presenta numerosas remodelaciones posteriores, destacando en ella el atrio delantero y la torre erigida en 1807. Entre sus ricos contenidos sobresale el retablo mayor, excelente pieza renacentista del siglo XVI, obra de los entalladores badajocenses Antonio de Aunión y Vasco Martín, con dorado y pinturas de Alonso González, discípulo de Morales y Marcos de Trejo.

El conjunto fue concluido a comienzos del XVII por Sebastián Salguero. También resultan de mérito las pinturas murales de la sacristía atribuidas a Fray Alonso de Gata.

En el centro de la población se encuentra el convento de las carmelitas descalzas, fundado en 1618 por el vecino Juan del Campo Saavedra llamado "El Perulero". Su iglesia, hoy muy modificada, no carece de encanto. Próxima a la parroquia se encuentra la ermita de San José, de reducidas proporciones, cuya devoción está muy arraigada en la población.

Otros hitos de la localidad son las Casas del Consistorio y una casa blasonada en la Plaza de España, con motivos ornamentales barrocos en su acceso.

Cercano también a la iglesia, sobre el Limonetes, se tiende un puente de origen medieval, muy maltrecho, reparado de forma somera; y más adelante, sobre el mismo antiguo camino real de Badajoz a Madrid, otro llamado "La Pontecilla".

Su proximidad a Badajoz, y más modernamente la construcción en sus inmediaciones, en 1953, de la Base Aérea y Escuela de Pilotos del Ejército del Aire, dieron a la localidad extraordinario impulso y renombre, contribuyendo de modo decisivo a transformar su secular carácter como centro exclusivamente agrícola, afamado por sus tomates, en un dinámico núcleo de servicios.

En la actualidad Talavera es un centro vital y en rápida expansión, cuyas instalaciones hosteleras y deportivas son frecuentadas por los habitantes de la capital.

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