Leyendas |
Leyenda de la Hoya Serval |
Cuando ya está recogidas las cosechas, cuando en los pueblos los hombres van acabando las fiestas. Cuando el sol decide dar tregua a los campos y calentar menos, cuando la luna comienza a pasar más tiempo viéndonos. Cuando el verano acaba es cuando yo empiezo. Soy el Otoño y mi tarea consiste en dar tregua a la tierra, en poner calma, en preparar la siesta, en dar tranquilidad a la Naturaleza. Y salgo con mi capa y voy cubriendo la sierra, los valles, los campos, los llanos y las estepas. Y todo empieza a relajarse, a tener movimientos lentos, a cerrar los ojos, a aletargarse. Los últimos frutos comienzan rápido a preparar sus azúcares que harán gozar el paladar de los visitantes. Con mis amigas las nubes voy de viaje por toda esta tierra y me recreo bañando sus entrañas sedientas. Y en agradecimiento las setas…. van ofreciendo una lista de lo más selecta. Cuando todo el trabajo más duro va viendo el final del camino, es el momento más divertido. Y me pongo mi bata y saco mi paleta, las pinturas, los pinceles, las brochas, las acuarelas. Y pinto en el lienzo de esta tierra nuestra, los amarillos, los naranjas, los ocres…. Es divertido cambiar la vestimenta. Y cuando ya estoy exhausto de tanto trabajo, de tanta creatividad… me voy a mi casa para descansar. Y en lo alto de esta muela veo el atardecer y me voy satisfecho para dormir bien. Mañana me toca dar color a mi casa. Cuando me levanto desde este alto, veo Montoro bañado por el Guadalope. El camino sube hasta mi morada, en la Peña Roya está mi masada. Y preparo con cariño y con esmero la gama de colores que yo más quiero. Y pinto con cuidado y pinto con amor La Hoya Serval la pinto con dedicación.
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