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Leyendas

Leyenda de El Guardián del Valle

En la entrada del valle de Montoro de Mezquita, a unos pocos metros del túnel, junto al lado izquierdo de la carretera, en la margen izquierda del río Guadalope, se puede ver la figura petrificada del busto de un hombre; esta figura perteneció al “Guardián del Valle”.

Nos tenemos que remontar a los tiempos en los que los magos, las brujas y otros seres mágicos habitaban nuestro planeta, para conocerlo.

Eran tiempos felices para el valle de Montoro de Mezquita, los magos que aquí vivían eran seres honrados y buenos, la naturaleza les había ofrecido un valle mágico para vivir, en el que encontraban cubiertas con creces todas las necesidades que tenían, además el corazón de sus habitantes era limpio y no tenía maldad.

La vida transcurría en paz ocupándose cada uno de sus quehaceres y preocupándose del estado de los demás habitantes.

La fama del valle recorrió todo el planeta y en cualquier punto del mundo se conocía la vida idílica de sus habitantes.

Un día llegó al pueblo de Montoro de Mezquita un brujo que venía de la otra parte del mundo. Habló con el “Guardián del Valle” o mago superior y le pidió permiso para instalarse en el valle como uno más .

Reunidos todas las autoridades, decidieron darle una oportunidad al nuevo brujo para que formase parte de su comunidad.

Amaín que así se llamaba el “Guardián”, comunicó a Yasán que había sido admitido y que lo único que se le pedía era que fuera honrado, sincero, noble y buena persona.

Así el valle podría seguir siendo lo que era.

Yasán se integro muy bien en el pueblo y en muy poco tiempo fue uno más, compartió con sus habitantes su cultura y sus conocimientos, sus pócimas y sus elixires.

Pero lo que no compartió fue su gran secreto.

Yasán venía de tierras lejanas de Oriente donde había dejado atrás a una bruja bella, pero malvada, llamada Tayán, que estaba ciegamente enamorada del él.

Yasán no podía corresponderla por la maldad que había en el corazón de Tayán.

Intentó muchas veces con su magia cambiar su corazón, pero Tayán tenía más magia que él y nunca lo consiguió.

Desesperado por la angustia en la que vivía y conociendo la fama que precedía al valle de Montoro,

Yasán decidió cambiar de vida y huyó de la bruja. El tiempo transcurría feliz en el valle, pero el corazón de Yasán se encontraba triste porque no había respetado uno de los requisitos para vivir en Montoro de Mezquita.

Una fría tarde de invierno cuando Amaín se encontraba recolectando plantas para los elixires de la salud encontró a Yasán junto al río llorando tristemente.

Se aproximó a él, colocó suavemente su mano en el hombro derecho y le dijo:

- Sé por qué lloras, y sé que lo que más te aflige es que no has sido sincero con nuestra comunidad, pero cuando tengas el valor de decirlo entonces yo podré ayudarte, porque la mujer que te ama no tardará en llegar.

- ¿Cómo puedes saber todo si vengo de tan lejos y no sabías nada de mí?, le preguntó Yasán.

- A lo que Amaín respondió: Solo hay que mirar en el corazón. Y lo dejó meditando en el río.

Pasaron los días y una noche en la que estaba cayendo una copiosa nevada Yasán fue a la casa del concejo donde estaban reunidos los magos más importantes del valle y allí, al calor de la gran chimenea azul, les contó, apenado por no haberlo hecho antes, el relato de su vida y cómo había tenido que huir de la malvada bruja que lo quería como esposo.

Los magos lo miraron con compasión y fue Amaín el que tomo la palabra.

- Imaginamos el dolor de tu corazón, y nos entristece profundamente que haya alguien en el mundo que sufra, nosotros no sabemos lo que es pues aquí toda la comunidad nos respetamos mutuamente.

Has demostrado ser un hombre bueno y formas parte de nuestra comunidad, por eso te aseguro que en nuestro valle no vas a sufrir ningún daño.

Cada uno de los que estaban allí presentes con el corazón encogido compartiendo la angustia del pobre Yasán se fue para su casa, todos menos Amaín que como cada noche desde que llegó Yasán iba a la entrada del valle para guardarla.

Amaín sabía que había llegado la noche en la que se tenía que enfrentar a la fuerza del mal.

Se sentó a unos pocos metros de la salida del túnel, la nieve disminuía la visión.

Pero un poco antes de la media noche vislumbró una figura femenina que se acercaba a él.

Era una joven esbelta, rubia, con ojos verdes, la forma de caminar era suave, como si sus pies casi no tocaran la nieve y cuando la tuvo enfrente se sintió tremendamente atraído por la sonrisa sensual.

- Tayán, dijo, sé porqué estás aquí, has venido a un valle de paz donde todo el mundo convive en armonía y Yasán no te corresponde.

Te pido por favor que te vayas. Pero Tayán se le acercó aún más y el pobre Amaín no podía resistirse a su sensualidad.

Sacando fuerzas de lo más profundo de su ser le volvió a pedir: - Tayán por favor vete y deja a Yasán vivir feliz. Las palabras salían de su boca con gran esfuerzo, arrastrándose, sin convencimiento.

Tayán lo miró fijamente a los ojos y le dijo:

- Podrías, si quieres, ser el hombre de mi vida, podríamos ser invencibles con tu fuerza y la mía, acércate y bésame.

Amaín se moría de ganas por besarla, nunca había visto antes una mujer tan hermosa y sensual, pero sabía que era una estrategia para quitarlo de en medio y conseguir su objetivo con Yasán.

Amaín se acercó a ella para besarla pero en el mismo momento en la que sus labios casi se rozaron la empujó hacia el río para que cayera al vacío.

Justo en ese momento Tayán le lanzó un maleficio.

- Querías ser el Guardián del Valle, pues lo serás por el resto de los siglos convertido en piedra. Justo en el momento en el que la malvada bruja Tayán cayó al río, que se la tragó, el pobre Amaín se petrifico para siempre.

 

 

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