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Balearic Islands Illes Balears

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S’Espalmador y Ses Illetes.Formentera

Nada define mejor la imagen de la isla de Formentera que un mar transparente y templado y un cielo azul impoluto.

Ambos se pueden encontrar en S’Espalmador, un islote llano y arenoso cubierto de dunas y de sabinas que prolonga Formentera más allá de la barra arenosa de Punta Trocadors, al norte de la isla.

S’Espalmador es privada y pertenece desde hace 80 años a una misma familia, pero está permitida la visita a sus bellísimas playas, donde el agua es de color azul y verde malaquita y el mar tan dócil que el bañista cree flotar suspendido en el aire.

s'espalmador

Se trata de uno de los últimos vestigios de naturaleza balear no alterada por el hombre.

Los fondos marinos que rodean el islote, que se pueden disfrutar con unas gafas y un tubo, tienen amplias praderas de posidoneas, roquedos oscuros e interminables arenales verdeazulados.

Un derroche de colores que enamora a cientos de aficionados a la vela, que buscan el resguardo de la isla con sus barquitos en cuanto llega el buen tiempo, o a los visitantes de día que llegan a bañarse en el barco que sale desde el puerto de La Savina.

Pero si sus playas son asombrosas, no menos cautivador resulta un recorrido a pie por el interior del islote.

Un tupido bosque de pino y sabina, salpicado de tomillo, lentisco, jaras y enebros, fija las dunas de arena y sirve de cobijo a una importante reserva ornitológica.

Caminar por el interior de S’Espalmador es hacerlo por los mismos paisajes que tuvieron que ver y disfrutar los primeros pobladores de las Pitiusas.

En su interior se conserva además una laguna natural, uno de los pocos lugares de las islas Baleares donde se puede ver agua dulce en superficie.

Mucha gente aprovecha para darse baños de lodo en esta laguna.

Al otro lado del canal, en la punta norte de la isla, está la playa de Ses Illetes, una flecha de arena que subyuga por sus colores y su grado de conservación.

ses illetes

Una pasarela de madera evita tener que pisar las dunas. La vista se pierde en la luminosidad del Mediterráneo.

Pueblos e iglesias de la Ibiza interior

El paisaje ibicenco es una continua sucesión de campos primorosamente cuidados y de casaments, la vivienda familiar isleña, cubos blancos de cal y morunos de formas que parecen diseminados a propósito por los cuatro rincones de la isla.

En el interior de Ibiza apenas existen concentraciones urbanas, por mucho que en los mapas salgan señalados pueblos, todos con nombres de santo.

La vida del interior discurre en la pequeña propiedad familiar, en la autárquica vida rural, oculta entre olivos, encinas y almendros.

Este estilo de vida ha condicionado el carácter reservado de los isleños y también la geografía urbana.

Los pueblos del interior ibicenco, los que no vivieron al ritmo trepidante del turismo de costa, no son pueblos al uso, es decir, cascos compactos en torno a una plaza mayor, sino que son más bien multitud de haciendas diseminadas que encuentran su punto de unión, su centro geográfico, en las parroquias.

santa eulalia

Humildes templos de formas suaves y sencillas, las parroquias rurales ibicencas son el mejor exponente de la arquitectura rural del archipiélago.

La mayoría, como la sencilla y bella ermita de Santa Agnès de Corona, tienen una espadaña modesta y tres cruces negras en relieve en su fachada, en recuerdo de la Pasión de Cristo. La penumbra de sus porches es a veces el único refugio ante la terrible luminosidad de las tardes ibicencas.

Para muchos, la iglesia rural más hermosa de la isla es la de Sant Miquel de Balasant.

sant miquel de balansat

De gruesos muros, que le confieren cierto aire de fortaleza, la parroquia de Sant Miquel fue construida en 1690 y aún hoy, encaramada en un cerro que domina el norte de la isla, parece un faro radiante que lanza sus destellos hacia la inmensidad del mar.

Junto a ella se conservan también algunos buenos ejemplos de la arquitectura civil ibicenca. Mansiones nobles algunas, sencillas casas de pueblo otras, en ningún caso agreden el paisaje, sino que lo complementan con su estética funcional, sus volúmenes perfectos y su elegante sobriedad.

Cabrera

Es el más pequeño de los parques españoles —si contamos solo su superficie terrestre, no la marina— y el único que alberga un ecosistema mixto marítimo-terrestre.

Fue creado en el año 1991 para proteger este conjunto de islotes calizos a poco más de una hora de navegación de Mallorca que cobija una importante colonia de aves marinas y una rica flora endémica pese a su azarosa historia.

La isla fue refugio de piratas, y para combatirlos se levantó el castillo que aún domina sus cresterías. Mucho más tarde, en 1808, se convirtió en prisión natural para los soldados franceses capturados en la batalla de Bailén, ya que no había cárceles suficientes en España para recluirlos.

cabrera

Estuvieron casi seis años a la intemperie, y más de la mitad perecieron. Luego la isla principal y sus 19 islotes satélites fueron utilizados como campo de tiro del ejército español, lo que a la larga resultó beneficioso porque evitó su colonización inmobiliaria.

Aunque la morfología es la típica de una isla calcárea mediterránea (en realidad, Cabrera no es más que la prolongación de la sierra de Levante mallorquina, la cual volvió a emerger del agua), el hecho de que nunca haya sido habitada de manera estable y prolongada hace de ella un ecosistema inalterado, ejemplo de lo que debieron de ser el resto de las islas Baleares antes de la llegada del hombre.

Sorprenden los arbustos leñosos y el matorral que se adaptan a la sequedad del terreno y los vientos dominantes.

De su fauna, lo más destacable y visible son la cantidad de aves marinas que viven o anidan temporalmente entre sus riscos. Entre ellas están la pardela cenicienta, el paíño europeo y la gaviota de Audouin.

pardela cenicienta

Cabrera cuenta con algunos de los fondos más hermosos del Mediterráneo español, con más de 200 especies de peces e invertebrados.

A los visitantes que lleguen en un grupo organizado desde Mallorca, o a los que lo hagan de forma individual en su propio barco, se les ofrece un servicio de rutas guiadas y gratuitas a cargo de los guardas del parque, con varios recorridos que van desde 1 a 3 horas de duración, con entrada incluida al castillo y al pequeño museo etnológico e histórico de la isla grande, donde se hace un repaso a la historia y el medioambiente.

Deià.Mallorca

Es uno de los enclaves más pintorescos del sector norte de la isla de Mallorca. Su silueta perfecta en un entorno perfecto la han hecho objeto de todos los deseos, pero por fortuna la presión inmobiliaria que destrozó otras zonas de la isla no pudo con el Deià auténtico.

Uno de los que más luchó por conservarla intacta fue el escritor y poeta británico Robert Graves, que llegó aquí en la década de 1920 y se enamoró del lugar.

Graves se convirtió en vecino de Deià y en uno de los grandes mecenas en la lucha por conservar el pueblo con su imagen actual.

El pueblo blanco se extiende desperdigado en un valle de la costa norte mallorquina donde se hacen patentes todas las esencias y los tópicos mediterráneos.

deià

Los cubos de cal de sus fachadas se desparraman por la ladera, mientras olivos, palmeras y limoneros festonean de verde el ocre de las montañas.

A unos 4 kilómetros de Deià se sitúa Son Marroig, uno de los palacetes construidos por el archiduque Luis Salvador, otro gran mecenas de esta costa mallorquina.

Luis Salvador, hijo de los grandes duques de Toscana y miembro de la familia imperial austrohúngara, llegó a Mallorca en 1867. Tenía 20 años y se enamoró de tal manera de los paisajes de la isla, que le dedicó buena parte de su vida.

Compró grandes extensiones de terreno, acondicionó fincas y se hizo construir diversas mansiones, además de Son Marroig, la finca S’Estaca en los alrededores de Valldemossa.

Son Marroig era una finca de campo al borde de los acantilados de Deià, con una torre medieval y una de las mejores vistas de la costa de la Tramuntana.

El archiduque mandó construir una galería porticada de estilo italiano, varios templetes y miradores. Hoy alberga un museo con su obra escrita e muestras y mobiliario mallorquín y de cerámicas.

Dalt Vila .Ibiza

Es el verdadero corazón de Ibiza, el peñón rocoso donde se asentaron todas las culturas que habitaron la isla blanca.

El recinto amurallado presenta varias puertas, pero lo normal es entrar por el Portal de Ses Taules, el cordón umbilical entre la vieja y la nueva Ibiza.

dalt vila

Junto a la puerta se instala a diario el mercado de las verduras, bajo un templete neoclásico construido en el año 1872 que imita un templo griego.

Tras Ses Taules aparece la plaza de la Vila, el nudo urbano en el que se entrelazan la infinidad de callejones, escalinatas y cuestas que forman el casco viejo ibicenco.

ses taules

Estas calles, llenas de tipismo, fueron antaño el lugar más seguro de la isla para protegerse contra los ataques de piratas e invasores.

Hoy, sin embargo, son una sucesión de bares, tiendas y negocios relacionados con la moda ibicenca.

Es Vedrà y la cala d’Hort . Ibiza

No hay atardeceres como los de esta cala del suroeste de la isla ibicenca, bendecida por la naturaleza con uno de los pináculos más inhiestos y llamativos del mar Mediterráneo.

es vedra

Este gigantesco islote calizo, de solo 60 hectáreas de superficie y 381 metros de altura, emerge del mar frente a la cala d´Hort como si fuera la erupción incontrolada de un volcán y convierte el horizonte en una postal de ensueño, sobre todo cuando el sol se acuesta tras sus verticales paredes. Es Vedrà es un islote con una personalidad especial.

Constituyó un lugar de culto y adoración para los primeros pobladores de las islas Baleares y aún hoy, durante los atardeceres, más que a una isla asemeja a un gigantesco altar colocado por algún dios en medio del Mare Nostrum.

Cala Conta . Ibiza

A solo 10 kilómetros del bullicio pachanguero de Sant Antoni de Portmany aparece este remanso de aguas de color azul y verde turquesa, un recuerdo de lo que fue el paisaje inmaculado de Ibiza.

cala conta

El paisaje lo forman una playa de arena blanca, roquedos de ocre intenso, islotes que rompen la línea del horizonte, una luz cegadora y unas aguas transparentes que casi permiten bucear sin gafas.

cala conta

La playa tiene unos 800 metros de largo y está delimitada por dos salientes rocosos, idóneos para el nudismo.

Faro de Formentor . Mallorca

Salvaje, agreste, aislado, el cabo Formentor se adentra en el mar Mediterráneo como un baluarte de piedra que defendiera el extremo norte de la isla mallorquina.

faro de formentor

Sus casi 170 metros de pared vertical quitan el hipo. Para señalizar tan acusado accidente y aprovechar una atalaya natural tan ventajosa se inauguró en 1863 el faro de Formentor, una construcción de base cuadrada rematada por una torre cilíndrica de 24 metros de altura desde la que se divisa toda la costa de Pollença, y en días claros, hasta la isla de Menorca.

La carretera que recorre el cabo y las vistas desde el faro son una de las mejores experiencias visuales que el viajero se puede llevar de Mallorca.

Torrent de Pareis .Mallorca

Más que una playa al uso, se trata de la desembocadura del espectacular barranco del mismo nombre, que parte en dos los acantilados de la costa norte mallorquina.

torrent de pareis

El riachuelo que baja por la quebrada va a unirse al mar en una cala de piedrecillas redondeadas y apariencia sobrecogedora en el silencio húmedo y verdoso que forman las enormes paredes de más de 200 metros de altura que la cierran.

El Torrent de Pareis tiene unos 3 kilómetros de longitud y se ha convertido en una excursión clásica para los amantes del senderismo en la isla.

Alberga unas 300 especies de plantas, de las que unas 30 son endémicas de las islas Baleares. El recorrido es de 5 kilómetros, con un desnivel acumulado de 630 metros.

Cartuja de Valldemossa .Mallorca

Los elitistas veraneos del siglo XIX trajeron hasta Mallorca a muchas personalidades de la cultura, y casi todos elegían para alojarse la cartuja de Valldemossa, cuyos monjes ya habían intuido por entonces que el turismo generaba beneficios.

cartuja de valldemossa

Rubén Darío, Unamuno o Azorín, entre otros, pasaron por aquí, pero fue la estancia del pianista y compositor Frédéric Chopin y su amante, la escritora Amantine-Aurore-Lucile Dupein (más conocida por el seudónimo de George Sand) la que disparó la cotización de la cartuja.

Actualmente es objeto de visitas de miles de curiosos de todo el mundo que buscan la celda 4, donde se alojaron Chopin y Sand, la rica colección de porcelanas de la botica y la sala de exposiciones, que recuerda la importancia que para Mallorca tuvo otra figura histórica, el archiduque Luis Salvador de Habsburgo.

Sendero del Archiduque .Mallorca

Se conoce así a la senda que asciende desde Valldemossa hasta el pico Teix por los más bellos paisajes y acantilados de la sierra de Tramuntana.

sendero del archiduque

El nombre se lo debe al archiduque Luis Salvador de Habsburgo. Una de las obras de ingeniería en las que más empeño puso el archiduque fue la construcción de este camino de herradura, que permite descubrir un mundo cargado de aromas mediterráneos a romero y tomillo que nada tiene que ver con la Mallorca más tópica de playas y grandes hoteles.

Tiene 8 kilómetros de longitud para los que se necesitan aproximadamente 2 horas y 45 minutos y es circular, con salida y llegada en Valldemossa.

El Pla .Mallorca

Existe otra Mallorca más allá de las calas, la playa y el hedonismo. Es el Pla, la Mallorca rural de olivos, algarrobos y molinos de viento, la gran llanura del sur de la isla delimitada por la línea imaginaria que traza la carretera entre Palma y Alcudia.

el pla

La mejor manera de abarcar el Pla es subir hasta el monasterio de Nuestra Señora de Cura, en una elevación entre Algaida y Llucmajor.

nuestra senora de cura

A la montaña se le conoce como la de los tres monasterios, por los tres recintos sagrados que alberga: el de Santa María de Gracia, levantado hacia 1500 bajo una oquedad de la pared, la ermita de Sant Honorat y el famoso santuario de Nuestra Señora de Cura, que domina la cima.

Cura es uno de los lugares emblemáticos de la cultura mallorquina, y está muy relacionado con el escritor y humanista mallorquín Ramón Llull.

Sierra de Tramuntana .Mallorca

La sierra de Tramuntana se extiende desde el suroeste de la isla de Mallorca hasta el extremo norte, en la bahía de Pollensa, donde se rinde por fin ante la evidencia del Mare Nostrum.

Se podría decir que la Tramuntana es la percha geológica sobre la que se cuelga este islote de ensueño que es Mallorca.

sierra de tramuntana

La sierra la divide en dos mundos bien diferentes. Frente a los campos suaves del Pla, la costa septentrional aparece como un terreno quebrado, montañoso y aislado en el que se conservaron en mayor medida las señas de identidad de la isla, tanto paisajísticas como arquitectónicas.

Una buena forma de ir a la sierra es en el tren de Sòller, inaugurado en el año 1912, uno de los pocos supervivientes de los más de 250 km de vías con que llegó a contar la isla a finales de la década de 1920.

Poblado de Torre d’en Gaumés .Menorca

Torre d’en Gaumés es el poblado prehistórico más importante de Menorca. Domina la costa sur de la isla desde un promontorio.

El poblado vivió su momento de esplendor entre el 1300 a.C. y la llegada de los romanos, aunque parece ser que continuó habitado, pero ya en franca decadencia, hasta bien pasado el período visigodo.

torre d en gaumes

Se conservan restos de una muralla, tres talayots, una taula o santuario donde apareció una figura de una diosa egipcia, basamentos de viviendas circulares, restos de canalizaciones de agua y un par de salas hipóstilas (almacenes).

torre d en gaumes

Torre d’en Gaumés nos revela una compleja organización urbana y una ocupación continuada a lo largo de muchos siglos.

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