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Pedriza del Manzanares

De todos los espacios naturales protegidos de la Comunidad de Madrid, la Pedriza es, sin duda, el que presenta una morfología más curiosa.

pedriza del manzanares

El granito de la cuenca alta del río Manzanares fue modelado por la erosión y los movimientos tectónicos hasta convertirse en un gigantesco caos de bloques redondeados, los domos, que se van amontonando en altura hasta culminar en el pico del Yelmo (1.714 metros), la cima de la Pedriza.

la calavera

Entre estos canchales nace el río Manzanares y se refugia una buena porción de la vida natural de esta sierra madrileña, lo que llevó a las autoridades a protegerla bajo la denominación de Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.

elefantito

Muy frecuentada por excursionistas y escaladores madrileños, la Pedriza es, geológicamente hablando, la porción más joven de la sierra de Guadarrama y una de las más atractivas para los amantes de la naturaleza.

El punto de entrada habitual es el aparcamiento de Canto Cochino, desde donde parten numerosas sendas y rutas hacia el interior de la montaña.

risco del nardo

El recorrido clásico y más transitado conduce hasta el Refugio Giner de los Ríos por un bosque de pinos y arizónicas, una especie de ciprés originario del norte de México que fue introducido en la Pedriza tras una poco afortunada repoblación en la década de 1970 y que las autoridades del parque se plantean ahora eliminar.

El refugio pertenece al Club Peñalara y permanece abierto en verano y fines de semana el resto del año. Tiene 50 plazas. Desde él se puede seguir hasta el Canto del Tolmo, uno de los más vistosos del parque.

De unos 12 metros de altura y 20 de diámetro, reposa solitario y desafiante en medio de la vaguada. Tiene numerosas vías de escalada.

Desde allí la senda sube, a veces entre trepadas por cantos de granito, hasta el collado de las Cuatro Damas, por un sotobosque de enebros, tejos, cantueso, mejorana y retama, tan espeso que a veces bloquean la progresión.

Desde los crestones de las Cuatro Damas, picachos aislados de más de 1.500 metros de altura, se obtiene una de las mejores vistas de la llanura donde se asienta Madrid.

Otro entorno clásico de excursión es la pradera sur del Yelmo, uno de los grandes santuarios de escaladores de la Pedriza. La abombada cara sur del pico más alto de la sierra atrae a numerosos aficionados a la escalada deportiva.

Chinchón

Este es un pueblo con un nombre rotundo que a los extraños les suena a anís y a toros, referencias ambas basadas en certidumbres.

La primera proviene de la actividad bodeguera en la que se especializó la localidad y que tuvo su apogeo a mitad del siglo XIX, cuando sus casi 300 fabricantes de caldos y aguardientes anisados fueron reconocidos como «proveedores de la casa real» en tiempos de la regente María Cristina, un marchamo de éxito comercial en la época.

chinchon

Lo segundo, lo de los toros, está vinculado al espacio más emblemático de Chinchón, su Plaza Mayor, una de las más bonitas de España, que fue desde el Medievo también plaza de toros irregular y abalconada donde torearon desde Frascuelo a Marcial Lalanda y cuyo festival taurino benéfico, instaurado por el primero en 1863, continúa siendo uno de los más vistosos de Madrid.

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La Plaza Mayor de Chinchón es un teatrillo de variedades en cuya tramoya se superponen dos centenares largos de soportales, galerías adinteladas y balcones («claros», los llaman los chinchonenses) hasta formar un espacio escénico que subyuga tanto por su irregular armonía como por su caos medieval de maderas, balaustradas y tejas de barro cocido.

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El lugar fascinó al actor y cineasta estadounidense Orson Welles, que rodó aquí varias escenas de Campanadas a medianoche, y engancha a los urbanitas madrileños que acuden en peregrinación los domingos a tomar el aperitivo o a comer en los numerosos mesones que abarrotan todo local disponible a tal fin en los entresijos de la plaza.

Por encima de este espacio irreal, que igual sirve de plaza de toros, de proscenio teatral, de mercado de ganado o de intercambiador de los paseos urbanos modernos, sobresale la iglesia de la Asunción, donde por muchos años ejerció como párroco Camilo, el hermano de Francisco de Goya.

chinchon

El genial artista pintó y donó a Chinchón un cuadro de la Asunción para desagraviar el expolio hecho en el templo durante la invasión francesa de 1808; aún hoy se enseña como una de las joyas del pueblo.

Curiosamente, la iglesia no tiene campanario. Como durante la vendetta napoleónica la otra iglesia del pueblo, la de Nuestra Señora de Gracia, fue destruida a conciencia, a excepción de su torre, que más tarde se rehabilitó, Chinchón ha pasado a la historia también como el pueblo que tiene una iglesia sin torre y una torre sin iglesia.

Aranjuez

Hasta Aranjuez, la principal referencia monumental del sur madrileño, se puede llegar desde Madrid en coche por la A-4. Pero también se puede ir de una manera más nostálgica: en locomotora de vapor a bordo del llamado «Tren de la Fresa», una ingeniosa iniciativa que recuperó la vieja línea férrea Madrid-Aranjuez, la segunda más antigua de España.

Sea cual sea el método elegido, nos espera una inmersión en la historia de la casa real española. Aranjuez es un invento de Felipe II, que, harto de los calores de la corte madrileña, mandó planificar un real sitio, un lugar de esparcimiento destinado solo a la corte, en un paraje fresco y de abundante caza a orillas del Tajo.

palacio de aranjuez

Fue una especie de parque temático de la buena vida cortesana donde se cocieron durante siglos las intrigas del reino y que fue creciendo con sus sucesores.

A Felipe V, rey de origen francés y, por tanto, de supuesto buen gusto y querencia hacia los placeres epicúreos, le encantó el lugar y lo convirtió en centro de la vida social de la corte durante la primavera y el verano. Fernando VI y Carlos III también aumentaron su superficie y su riqueza y se acostumbraron a pasar allí largas temporadas, despachando los asuntos de Estado por la mañana y dedicando el resto de su real tiempo a lo que mejor se les daba: la caza, el juego y la holganza placentera.

Así lo percibe todavía el viajero moderno cuando ingresa en los jardines que rodean el Real Sitio.

Los Jardines de Aranjuez impresionan por su tamaño y magnificencia, y eso que solo son un reflejo de lo que llegaron a ser. Cada monarca hizo construir en ellos las más extravagantes iniciativas para ensalzar y dar vida a estas zonas ajardinadas, antiguos cotos de caza.

Hubo grutas llenas de pájaros y dragones mecánicos, un zoológico de fieras, cascadas y fuentes. Hoy se visita entre otros el Jardín del Parterre, de clara influencia francesa, y el Jardín de la Isla, que llega hasta la ribera del Tajo y está lleno de senderos que surcan bosques de árboles centenarios salpicados aquí y allá por plazas con fuentes diseñadas por el mismísimo Sabatini, el arquitecto italiano traído por Carlos III para situar a Aranjuez a la altura de cualquier corte europea.

jardin del parterre

Por estos pagos deambulaba la realeza, perezosa e indolente, inventando juegos para matar el rato o dejándose seducir por los mejores músicos de la época, como el compositor Domenico Scarlatti o el contratenor castrato Farinelli.

Mercado de San Miguel . Madrid

El mercado de San Miguel fue el antiguo mercado de abastos del Madrid de los Austrias.

Tiene una fantástica estructura de hierro forjado construida en 1916 para dar servicio a los vecinos de la Plaza Mayor. Se restauró para reconvertir tan venerable entramado modernista en un mercado de delicatessen con un concepto que ya funciona en otras capitales europeas: puedes hacer la compra diaria, pero también puedes degustar y comer in situ todo lo que se vende.

mercado de san miguel

El nuevo mercado de San Miguel es el lugar más de moda de la ciudad para tomar el aperitivo, y se llena de gente los fines de semana. Es una loa a la calidad de las materias primas, a los productos de temporada y a la gastronomía como parte de la cultura y el ser de un pueblo. Una visita imprescindible en este nuevo Madrid.

Sierra de Guadarrama

La de Guadarrama es «la sierra de Madrid», la cadena montañosa al noroeste de la comunidad que permite sumergirse en los silencios naturales del Sistema Central apenas a una hora en coche del tráfago urbano y de los malos humos de la gran ciudad.

sierra de guadarrama

Este espacio natural de rutilante belleza, bien conservado, que se extiende por unas 30.000 hectáreas, será próximamente declarado parque nacional.

La cima es el pico Peñalara, de 2.430 metros, pero otras muchas cumbres superan los 2.000 metros. Hay densos bosques de pino silvestre y de encina, zonas de matorral y de pastizal de altura, ríos y arroyos, como el Lozoya, que desaguan hacia la cuenca del Tajo o la del Duero, y también lagunas donde se embosca el agua de deshielo, como las de Peñalara.

Plaza Mayor.Madrid

Es el escaparate mundano de la capital de España, y el centro neurálgico de un Madrid que se lo debe casi todo a la Casa de los Austrias.

Es un lugar al que sueñan ir los turistas y del que huyen los madrileños, porque «es muy turístico». La plaza es rectangular, simétrica, porticada y de tonos almagres.

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En sus orígenes fue la plaza del Arrabal, el cruce de los caminos de Toledo y Atocha, y más tarde, lugar de mercados y de actos públicos, incluso corridas de toros.

En los bajos de los soportales hay restaurantes caros. Esta plaza parece estar siempre viva, llena de músicos que tocan gratis, de mimos que distraen a los más pequeños y también de pícaros, de carteristas y de chulapos y chulapas.

Los domingos hay mercado de filatelia y numismática, y en diciembre, se llena de puestos con belenes y guirnaldas en el tradicional mercado navideño.

Paseo del Prado.Madrid

Pocas ciudades pueden presumir de tener una avenida del arte como Madrid.

paseo del prado

Entre el paseo del Prado y su entorno se reúnen en ambas aceras una de las mejores colecciones de arte del mundo.

Desde la plaza de Cibeles hacia la estación de Atocha, el primero que aparece, a la izquierda, es el Museo del Prado, la primera pinacoteca nacional, sede de las mejores colecciones de Goya, Velázquez, Tiziano y Rubens.

Un poco más abajo, a la derecha, el Museo Thyssen-Bornemisza alberga un recorrido por la historia de la pintura, con especial incidencia en el gótico, los flamencos y el pop art. Y al final, aunque ya al otro lado de la plaza de Atocha, se encuentra el Centro de Arte Moderno Reina Sofía, un templo del arte contemporáneo.

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